
Me encuentro en uno de esos momentos de mi vida en que no viendo un futuro muy esplendoroso respecto de lo que será de mi en un par de años, decido seguir adelante dando pasos de fe porque creo profundamente en mi Dios. Él me mueve a levantarme todos los días, a motivarme por las cosas diarias, es Él el que me muestra con pequeños detalles que aunque hoy no veo nada, debo seguir batallando día a día por ese propósito que Él tiene reservado solo para mí.
Esto que me sucede es normal, tener estos tiempos en que trabajas, sirves y haces las cosas ya no porque quieres, sino por fe, por decisión, por convicción. Y es que la vida en general es así...al principio todos los procesos son motivadores, llamativos, atractivos, emocionantes, pero luego de un tiempo de trabajo y rutina diaria éstos ya no son tan llamativos, al contrario, pasan a ser un poco aburridos o pierden ese gustito rico que tenían antes...pero ¿qué se hace en esos momentos?, si crees que lo que haces tiene un fundamento mayor e importante debes seguir dando la pelea aunque el cansancio te ganen, aunque la paciencia ya no te acompañe mucho, aunque no veas los resultados que quisieras...porque ¿qué tal si cada vez que nos aburriéramos de algo decidiéramos dejarlo?, nuestras vidas serían un hacer infinitas cosas, pero no tener nada concreto, después de unos años miraríamos hacia atrás y veríamos que no hemos logrado nada, que no hemos concretado ninguno de esos proyectos...¿por qué?...simplemente porque ya no tenía el gusto del principio.
La Biblia habla de la persona que es inconstante en sus caminos y yo no quiero ser así, yo algún día quiero mirar hacia atrás y ver esas cosas por las que me esforcé y derramé lágrimas concretadas, quiero sentirme satisfecha, quiero sentir que hice algo, que dejé huella aunque sea en una sola persona.
Por eso hoy, aunque no vea nada, prosigo para alcanzar mi meta mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario